¿Vives como mujer o como niña? Depender del amor de los demás

¿Vives como mujer o como niña? Depender del amor de los demás

Revisa tus creencias. Tómate un momento para reflexionar sobre esto:

¿Tienes la creencia, muy dentro de ti, que gustando a las personas, seduciéndolas con tu encanto, agradándolas, complaciéndolas te van a querer más?
Se muy honesta.

Es posible que te quieran si les das incansablemente y que así crees tu personaje de mujer buena, estupenda, querible. Claro, te sientes bien ¿verdad? Quiero decir, te gusta que te quieran ¿verdad? Pues claro, querida. Todos anhelamos ser queridos. Es muy comprensible…

Ahora reflexiona sobre esto: ¿Cuál es el precio que pagas para que te quieran? Y, ¿qué recibes?

Y también sobre la diferencia entre: que te quieran por lo que haces, o, que te amen por quién eres.

Te daré mi respuesta: el precio que pagas es seguir siento niña .Y renunciar a ser mujer.

De niña necesitaste amor. Los niños necesitan ser amados por los padres , una cuidadora, la abuela, un tío, una profesora, la vecina. Lo necesitan para su sano desarrollo psicoemocional. Son los adultos, los que deben estar disponibles para dar el amor, y que el niño pueda crecer sano física y psíquicamente. Esto está bien, debe ser así. En la infancia es cuando se van construyendo las estrategias y las defensas para intentar asegurarnos el ser queridos. Cuando eras niña encontraste tu única manera de ser vista, ¿cuál fue la tuya?

• quizás siendo un niña que no rechistaba nunca, muy obediente o muy tranquila;
• quizás siendo muy responsable, y convirtiéndote en cuidadora de alguno de tus dos padres o de tus hermanos;
• o mostrándote muy servicial cuando te pedían algo;
• o representando el papel de niña encantadora, aduladora, graciosa y bonita, del cual tu papá o mamá estaba tan orgulloso;
• o brillando con sus notas escolares y por su alto nivel de autoexigencia.
• Otra manera que es posible que hayas encontrado para que tu mamá o papá te hicieran caso, es siendo rebelde, díscola o expresando agresividad; es decir provocando en lugar de complaciendo.
• ¿otra?

Como niña, hiciste lo que pudiste. No eres responsable de ello. Si eres madre, observa las maneras de cada uno de tus hijos escogen para que tu les mires, para que tu atención vaya hacia ellos y así sentirse ellos existir, y con la esperanza de ser amados.

El niño depende del amor del adulto. Si sigues dependiendo del amor de los adultos de tu vida significa que sigues siendo niña, que no has crecido ni has madurado. No te has ha adueñado de tu adultez, porque sigues esperando el amor de los demás para sentirte bien (que no es lo mismo que disfrutar del amor de los demás)
Recibir el amor, el reconocimiento la aprobación de los demás desde esta carencia, va a alimentar a tu niña interna necesitada de esa mirada y va a dejar vacía a esa mujer que no está habitada por su propio amor.

El precio que pagas en la práctica del día día, es que por obtener la aceptación externa de tus padres, de tu pareja etc., no expresas, ni lo que sientes, ni lo que piensas de verdad. Y no haces lo que tus tripas te gritan, no vaya a ser, que no les guste a los demás … Y , catástrofe, ya no te quieran.

Tu manera de dar puede ser ayudando, escuchando, esperando, pacientando, aguantando, sacrificándote… En realidad negando tus verdaderos impulsos y necesidades. Aquí está la discordancia. Un niño sano no necesita dar nada para recibir amor. Si tu te estás esforzando por y para alguien, ya tienes la señal clara.

Ocuparse de la casa, la ropa, la lavadora, la compra en cada detalle para que no falte nada y estresarte con ello…

Visitar a tus padres o dejar que te visiten aunque no te apetezca un pelo porque no te entiendes con ellos.

Ceder siempre en los planes del fin de semana con tu pareja, o con tus hijos.

Poner la comida que a todos le gustan en favor de la que tu prefieres.

Ser adulta significa tomar ese amor con el que crecimos y continuar madurándolo en nuestro interior, nutriéndolo, haciéndolo grande tan inmensamente grande que no necesitemos ir a pedir, si no que cuando nos encontremos con él, lo podamos disfrutar Y celebrarlo con grandeza y no con carencia. Y a partir de ahí seguirte dando a ti misma, y desde ti, sin necesidad de una fuente exterior.

Si sientes que no recibiste el amor que necesitaste cuando eras niña, o que tuviste que acomodarte mucho a las expectativas de tus padres, sacrificando el ser tu misma, es ahora el momento de responsabilizarte de llenarte de el desde ti misma, de aprender a darte los trocitos de amor que mereciste por derecho de existir , y no te supieron o no pudieron proporcionar los adultos que fueron responsables de ti. Tomar consciencia de esto te libera y te hace crecer. Se consciente de cómo estás perpetuando a tu niña, a la niña que fuiste y que no ha crecido, y por tanto de cómo estás dejando de responsabilizarte de ti misma.

Si te reconoces en esto, te propongo un ejercicio:

Escoge un cojín y colócalo frente a ti. El cojín va a representar la niña que fuiste, la que hizo tantos malabares y reprimió tantas cosas por recibir amor, y la que todavía vive en ti. Contémplala, visualízala , ¿qué hace?, ¿cómo es su expresión? ¿qué necesita? Llega hasta el fondo de su alma…
Ahora, con todo inmenso cariño, cógela y llévala a tu pecho (el cojín) Deja que sienta tu corazón. Transmítele todo el amor del mundo. Le puedes mecer, besar. Dale lo que necesita.

Susúrrale o cántale:

“Ahora yo soy una mujer adulta, he crecido.
Te veo, te abrazo, te cuido y te doy amor.
Yo soy fuente de amor y tengo suficiente para darte a ti.
Ya no me pierdo dejándote sola y necesitada.
Me ocupo de ti”

Materna a tu niña necesitada de ser vista y querida para que poco a poco se vaya relajando y para que vuelva a ser autentica, juguetona, espontánea y libre. Usa este recurso cada vez que te des cuenta de que te pierdes en tus estrategias de obtener aprobación y mirada de los demás. Puedes simplemente visualizar a tu niña y llenarla de amor. Irás sintiéndote más y más capaz de ser tu misma como adulta y de buscar dentro de ti aquello que estás buscando fuera.

Margarita Níama

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