La creación y el Amor
La creación es santa porque surge del Amor. El Amor no en su sentido romántico sino en el pleno sentido de lo que significa Amor: energía expandida, total y abarcante que lo abraza todo. El momento creativo surge de ahí de un estado de total apertura. No importa que tipo de creación sea, siempre procede de primero de un estado expansivo, y segundo de una acción que concreta.
Para crear hace falta estar relajado y confiar. Confiar en la vida, en la existencia, confiar en uno mismo. Pero no en la parte egóica del individuo, sino en ese lugar mas profundo que es la esencia. Y eso no garantiza que la creación que se produzca gracias a este acto creativo guste. Puede gustar y puede no gustar, tanto al creador como a la sociedad, esto es indiferente. La creación no busca gustar ni complacer, busca existir, manifestarse y ser.
La guerra y la pelea internas, bloquean la creatividad. Impiden que la expresión creativa se produzca. Cuando el Amor es sofocado por la tensión de un conflicto, la creación se paraliza.
Si queremos que lo creativo dance entre los rincones de nuestra casa, la hemos de invitar de forma cariñosa, relajada y juguetona. Tal cual es la energía femenina…
Observemos la Naturaleza. Ella está en constante creación. La semilla cae a la tierra, se agarra con sus raíces a ella y la tierra se presta generosa a esto. Regala sus nutrientes, es una madre, ella da todo el tiempo. La semilla crece como un bebé que se hace grande para después volver a continuar el ciclo de dar, nutrirse, recibir y dar. En este ciclo hay creación constantemente porque hay Amor, hay aceptación absoluta, no hay juicios. El viento no dice “a este árbol no le voy a soplar”, o la tierra no restringe sus dones. Hay una constante generosidad y aceptación de lo que es.
Así es como el Amor se manifiesta, mediante sus hijos creativos, una fruta, una tormenta, un poema, un canto, un proyecto…
Margarita Níama
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