En amor hacia mi misma

En amor hacia mi misma

Una mujer es mitad mujer hoy. El hombre marcó las leyes y la mujer quiso demostrarse que también podía igual que él. Y se le olvidaron sus propias leyes, las de su naturaleza esencial. La mujer de hoy vive olvidada de sí misma, en lucha permanente por hacer, ganar, lograr, pensar, controlar. Tantas verdades suyas van quedando en la sombra. Las que no pueden ser vistas porque no hay sitio para ellas. Cuando me enfado, incluso odio, pero no debo. A veces cuando me siento frágil y tengo que ser fuerte. ¿Y que ocurre cuando deseo apasionadamente y me censuro porque no es adecuado?. El listón de exigencia en nuestra sociedad es muy alto y en el intento de dar la talla, nos sentimos cansadas, sobrepasadas. El molde propuesto no nos conviene, nos aprieta, esta duro, no nos deja ser. Entonces, además de correr todo el día, ocuparnos del trabajo, la casa, los hijos necesitamos que nos quieran. ¡Cuánto deseamos ese reconocimiento! Pero siempre hay un fallo en la persona escogida. No nos sentimos suficientemente queridas, respetadas, valoradas, entendidas… De tal manera que nos vamos perdiendo de nosotras mismas. La mujer de hoy no vive satisfecha. Esta alejada del placer de vivir. Su vida por el contrario esta marcada por los valores de una sociedad patriarcal que demanda su escisión para poder ser reconocida.
Nunca aprendimos, nunca nos enseñaron que la clave de nuestra propia felicidad reside en nuestro interior. Que nuestra mayor fuerza es la de nuestro corazón, la hermosa flor que embellece y perfuma nuestro Ser. Y que el uso pleno de nuestro corazón comienza en nosotras mismas. Cuando esto sucede así, la irradiación de amor hacia los demás es gozosa y natural. Las mujeres sabemos que amar es lo natural en nosotras. La equivocación reside en el manejo errado de nuestra capacidad de amar. Amar, preciosas mujeres, no es dar incondicionalmente. Tampoco nos hace felices dejar de dar por miedo a ser herida. El gran logro es conectar con nuestra rebosante fuente de amor.

Para dar con verdadero amor debemos estar primero en amor con nosotras mismas. Escuchando mis necesidades, respetándolas , poniendo limites. Y siempre envolviéndome con el halo de comprensión y cariño hacia mi misma, en el mas dulce maternaje . En la convicción de que no estoy incompleta. Quizás te reconozcas en esa mujer que se exprime tratando de hacerlo todo bien, perfecto, que cuida, mima, se preocupa, se ofrece ayudar, estar, que aguanta bajo el nombre del amor, que incluso da su cuerpo… O quizás te rebelaste y adoptaste un modelo mas masculino, agresivo, individualista, frío, …

Para vivir en amor con una misma, es esencial y urgente conectar con nuestro cuerpo y honrarlo con devoción. Es en nuestro cuerpo donde moran nuestras verdades en forma de emociones, sensaciones, intuiciones, pulsiones. Más aprendemos a escucharlo, más nos respetamos y más nos queremos. El problema ocurre cuando lo que nuestro cuerpo ruge, susurra o canta, entra en conflicto con lo que “creemos” que debe ser . Por ejemplo , no me gusta mi compañera de trabajo, me irrita sobremanera , mi cuerpo emite señales de agresividad, mandíbulas apretadas, tensión, calor, pero mi educación social dice que esta rabia no es buena. Entonces, o la reprimo, o se me escapa a veces de forma incontrolada y luego me siento culpable. O desde que me levanto hasta que me acuesto me ocupo de todo, la lavadora, la compra, sacar la basura, voy al trabajo, vuelvo, visito a mi madre que está enferma, le hago la comida, etc. Y por dentro el cansancio me va hablando, la tensión en la espalda me llama, el malestar interno me avisa, la necesidad de aire y espacio emerge. Y sin embargo me siento atrapada por las “obligaciones”, lo que se espera de mi.

Amarse significa que con mucha suavidad, respetando nuestro ritmo, vayamos aprendiendo a poner limites, a hacernos cargo de lo que nos corresponde a nosotras y no al otro, a pedir sin sentirnos culpables, a manejar las emociones de forma constructiva. Amarse también es sacar a la luz todas aquellas partes que quedaron censuradas y nos producen conflicto. A medida que nos aceptamos y queremos, nos vamos atreviendo a hacer cambios pequeñitos o mas grandes. Lo mas importante es que nos vamos responsabilizando de que nuestro bienestar no depende de lo que los demás me dan sino de lo que me doy a mi misma. En el viaje de retorno hacia la escucha de la sabiduría natural de nuestro cuerpo, van cayendo creencias y mitos. Vamos confiando cada vez mas en los mensajes que nuestro cuerpo expresa. Nos damos cuenta de que es nuestro bien amado cuerpo quien desea siempre lo que es bueno para nosotras y no lo que nos hace daño.

Es durante este proceso cuando podemos comenzar a separarnos de los objetivos masculinos con serenidad y alegria, sin sentir que somos menos. Simplemente regresando a nuestro sitio. Podremos celebrar nuestro cuerpo tal y como es, y no bajo los parámetros del supuesto deseo del hombre; celebrar la intensidad y variedad de nuestras emociones, sin avergonzarnos ni taparlas justificando y racionalizando; celebrar nuestro instinto amoroso, tierno, al que no le interesa el poder ni la división del mundo competitivo;

El verdadero cambio ocurre cuando comprendemos que estamos perfectamente completas. La completud integra tanto tus aspectos femeninos recuperados como los masculinos sanados. No hay pelea sino armonía y aceptación de todas tus partes.

Aprendamos a escuchar nuestro cuerpo, darnos lo que necesitamos. A querernos con lo que sea que haya dentro de nosotras, sin juzgarnos. Aprendamos a expandir nuestro corazón . Sin miedo. En gozosa plenitud.

Margarita Níama

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